No sé en qué medida las letras del jazz influyen en los poetas norteamericanos,
pero sí que a nosotros los tangos nos vuelven en una recurrencia sardónica
cada vez que escribimos tristeza, que estamos llovizna,
que se nos atasca la bombilla en la mitad del mate.
(in Salvo el Crepúsculo, 1984)
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