lunes, 22 de septiembre de 2008

EL MATE DE FELISA A ISMAEL



"Una vez se encontró con Ismael que salía de la cocina, y lo miró con enojo, pasando a su lado sin darle los buenos días. Él tampoco la miró, ni la habló; puso el pie en el estribo, saltó sobre su bayo, y fuese paso a paso hacia el campo, tarareando un «pericón».

Estos casos se sucedían con frecuencia.

En otra oportunidad, Felisa le arrancó de las manos la vasija de barro que él le había tomado para sacarle el agua del barril; y lo hizo con mal modo y peor ceño.

Velarde se alejó callado, arreglándose el chiripá por detrás, y chiflando con su aire de costumbre algún «triste» monótono.

Días después, lo vio recostado en la pared del rancho, todo mojado por la lluvia, con la vista en el suelo y el poncho colgándole del hombro hasta tocar la tierra hecha fango. Alargó el brazo por la ventanilla, y le alcanzó un mate, dejando ver tan solo la mitad del rostro. Ismael lo tomó, saboreolo hasta hacer sonar la «bombilla» y lo devolvió a su dueña sin decir palabra.

A poco, se fue despacio, hundiendo las espuelas en el barro; y cuando se hubo apartado bastante, bajose más sobre los ojos el ala del sombrero y se volvió de lado para mirar arisco. La criolla se puso a reír, y movió la cabeza de arriba abajo con aire burlón."

Ismael

Eduardo Acevedo Díaz