lunes, 25 de febrero de 2008

MATE ADIVINO


"Doña Viviana no se encontraba en la cama sino acuclillada como una momia incaica en un banquito casi rastrero, tal como la habían dejado las vecinas que le hacían la comida y le limpiaban la vivienda; tenía una mirada que no miraba nada o miraba para adentro y un mate temblón en las manos de la osamenta.
-Aparecieron los caballos-anunció Nicodemo desde el vano de la puerta.
-Dentrá y sentate. Haceme un cigarro.
Los ojos de la curandera y adivina, en la luz de la tarde joven, aparecían más reducidos y menos intensos que en la tardecita anterior; si bien tan ariscamente vivos como entonces, se veían además un poco neblinosos, a causa, sin duda de la crudeza de la luz y del humo de marlos del brasero.
-Sirvasé-brindó Nicodemo el cigarro encendido.
-Cebá vos el mate.
La conversación fue un tanto errabunda y tuvo muchos pozos de silencio y duró hasta el anochecher...versó sobre otros caballos perdidos y encontrados y no encontrados, sobre muertes violentas donde se entreveía el dictamen del destino, sobre el carácter áspero pero con ojos de agua del viejo Carrión, sobre si los lobizones que violan a las mujeres pueden preñarlas o no...después de la pausa larga, Nicodemo se decidió a pronunciar que quería pagar la gauchada y pidió a la vieja qué se le ofrecía"......

"Un cuento de fogón"

de Mario Arregui

sábado, 23 de febrero de 2008

GRAN HOMBRE DE PUEBLO CHICO

En 1933 , cuando un periodista le preguntó a Juan José Morosoli(Minas 1899-1957) por su concepto de poesía, contestó:




-"Yo sentía el gusto de las pescas en el arroyo y la emoción de rajarle la cabeza a un pájaro de una pedrada.Vivía lo que hacía sin darme cuenta. A los veinte años lo conté.¡Y me dijeron que era un poeta!. ¿Cómo puedo, siendo así tener concepto de lo que es poesía, definirla'?"




foto
lolitarubial.org

martes, 19 de febrero de 2008

MATE "DE CUATRO VUELTAS"



"Pataseca era largo, color boniato, poco bigote. Metido en un saco verdinoso parecía un fiebre. Una fiebre de esas que van aflojando las carnes y afinando las nariz y las manos.
Cuando se levantaba poníase a amarguear sentado en una silla de cuadro, de sauce tejido con juncos, de esas que hacen los presos, las solapas del saco levantadas. Sorbía la infusión hasta hundir las mejillas. Tomaba mate "de cuatro vueltas" como si una cebadura no terminara nunca de gastarse"

fragmento del cuento "Pataseca"
de Juan José Morosoli