lunes, 23 de febrero de 2009

NO TOMAR MATE CON NADIE...



El higienismo del Novecientos conducía a una privatización absoluta de la vida, hecho que lo colocaba en las antípodas de la cálida y afectuosa plebeya sociabilidad popular, hecha de contactos, ademanes afectuosos, encuentros hechos norma, parloteo de cercanías y no de respetuosas distancias, uso de objetos y consumo de alimentos y bebidas en común, una sociabilidad del compartir más que del poseer personal.

En 1916, los médicos de la revista “La Tuberculosis” aconsejaron a los niños de las escuelas: Nunca cambiar con otro niño o persona mayor, dulces, pastillas, caramelos, cosas medias comidas y todo lo que haya estado en otra boca (…) Nunca beber en un vaso o copa usado por otra persona. Cada niño debe tener su vaso y no deje que nadie lo use…Lee estos consejos todas las noches antes de acostarte para aprenderlos de memoria”.

Al año siguiente, en 1917, hicieron estas recomendaciones a los adultos “predispuestos” a la tuberculosis: Vivir retirado de las grandes aglomeraciones de personas y de la vida en comunidad (…) No tomar mate con nadie, no besar a ninguno en la boca ni dejarse besar”.Y la siguiente para los tuberculosos: “tener dormitorio propio y estar solo, si es gente pobre tener su cama propia y dormir solo”

Gestos, hábitos, costumbres, todo debía estar signado por su individualización. Se puede pensar que el aislamiento se recomendaba solo a los tuberculosos. Es un error. El aislamiento era la salvaguardia de todos, siempre y en cualquier circunstancia, para el tuberculoso era además una obligación moral.


......Solo la vida “lo más personal posible” protegía la salud y alimentaba la curación. En 1914, el médico Ernesto Ricci consideró que la mejoría de los tuberculosos que se retiraban a nuestra campaña se debía a que vivían en una quinta con sol, (se alimentaban bien), cuidaban de la vida en común y la hacían lo más personal posible, no tomaban mate con el vecino…no vivían apiñados como sucede en los ranchos.

La contagiofobia higienista, el ideal burgués y la urbanización tendían al unísono a hacer la vida lo más personal posible. Las viejas solidaridades cargadas de afecto corporal debían sustituirse por las nuevas, puramente ideológicas. Ayudar al otro si era enfermo y pobre, sí, acercarse físicamente, a él, no.



José Pedro Barrán

Medicina y sociedad en Uruguay del Novecientos

-2-La ortopedia de los pobres.

Capítulo 5. La condenación médico- iluminista de la cultura popular”


Imágenes:.

LA FIEBRE AMARILLA, óleo de Juan Manuel Blanes



No hay comentarios: