lunes, 28 de mayo de 2007

MATE EN "RAYUELA" I

Oliveira cebó otro mate. Había que cuidar la yerba, en París costaba quinientos francos el kilo en las farmacias y era una yerba perfectamente asquerosa que la droguería de Saint Lazare vendía con la vistosa calificación de " maté sauvage cueilli par les indiens" diurética, antibiótica y emoliente. Por suerte el abogado rosarino -que de paso era su hermano- le había fletado cinco kilos de Cruz de malta, pero ya el iba quedando poca. "Si se me acaba la yerba estoy frito", pensó Oliveira, "mi único diálogo verdadero es con este jarrito verde" Estudiaba el comportamiento extraordinario del mate, la respiración de la yerba fragantemente levantada por el agua y que con la succión baja hasta posarse hasta posarse sobre sí misma, perdido todo brillo y todo perfume a menos que un chorrito de agua la estimule de nuevo, pulmón argentino de repuesto para solitarios y tristes.

Julio Cortázar
Rayuela
capítulo 19

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